La violencia hacia la mujer no se debe callar
Invisibilización por parte de los medios de comunicación frente a casos de feminicidio en trabajadoras sexuales

Marcha de las putas llevada a cabo el 6 de abril del 2014, manifestación realizada con el fin de empoderar el cuerpo de la mujer buscando la equidad de genero e igualdad de derechos.
Hasta la fecha, no existe una información detallada y confiable sobre las formas de violencia que experimenta este tipo de población, pues la mayoría de estos casos quedan en la impunidad.
Debido a la concepción negativa sobre el trabajo sexual esta comunidad no es considerada como un sujeto que ejerce derecho, lo que es más preocupante es que tal estigma que existe en la sociedad es perpetuado y producido en muchas ocasiones por miembros de las instituciones y los medios.
Pese a varios proyectos de ley presentados frente al feminicidio la Corte Suprema de Justicia reconoció como agravante los casos de violencia que se presentan en las mujeres, pero aún así el congreso todavía no ha determinado el feminicidio como un delito autónomo. Dentro de este marco de ley se encuentran inmersos casos de asesinatos hacia trabajadoras sexuales que aún no han sido reconocidos como tal, y son censurados por parte de los medios.
La importancia de los medios no solo se ve reflejada por su rol de informar, sino también por la capacidad que tienen de formar; son un instrumento valioso que puede ser utilizado para ejercer la defensa de los derechos de las mujeres que están siendo víctimas de este tipo de violencia. “Yo pienso que a los medios los necesitamos, pero tengo un serio problema con la falta de compromiso social que existe por parte de ellos”, Mar Candela, vocera del Movimiento Feminista Artesanal. En este mismo sentido la mayoría de noticias que salen sobre los homicidios de trabajadoras sexuales son tratados como hechos aislados.
Desde el año 2009 hasta el año 2014 la organización Parces realizó un informe sobre muertes violentas, abuso policial y amenazas en casos de prostitución. También se hizo un balance junto con el Departamento Administrativo de Bienestar Social (DABS) donde se encontró alrededor de 11.822 trabajadoras sexuales y 7.024 establecimientos de trabajo sexual. Según el Instituto Nacional de Medicina Legal desde el 2014, 637 mujeres fueron asesinadas. En otras palabras, la violencia contra las mujeres ha incrementado alrededor de un 25%. “El 98% de los casos han tenido alguna experiencia de violencia y hemos estado documentando estos hechos a través de la participación activa”, Comenta Alejandro Lanz, investigador y activista de Parces.
En estas estadísticas nunca se ha incluido el número real de las muertes de las trabajadoras sexuales. Los crímenes son totalmente aislados y la ley cumpliría un papel importante para erradicar esta problemática social poco visible. La mayoría de feminicidios por prostitución son perpetuados por los hombres y al final estos casos quedan en estado de vulnerabilidad social.
Los medios televisivos, radiales, escritos y digitales todavía siguen distantes frente a estos hechos. Aún falta investigación y una postura crítica para la transformación frente a los factores que soportan los asesinatos a estas mujeres. Mediante un discurso autoritario, conservador y hegemónico estos mantienen el status quo.
“Nosotros tuvimos un problema con un medio de comunicación, una periodista nos hizo un artículo sobre un proyecto de fotografías sobre la violencia en trabajadoras sexuales y publicaron que habíamos ganado un proyecto para tomar fotos a prostitutas utilizando un lenguaje agresivo y excluyente.También el tipo de narración victimizaba a las trabajadoras sexuales y de eso no se trataba”, afirma Alejandro Lanz.
En definitiva los medios no determinan la violencia pero sí refuerzan los estereotipos, muchas veces siendo inconscientes de aquello. Finalmente, se requiere crear espacios de socialización e información frente a la invisibilización de estos hechos violentos con el fin de dejar a un lado los medios hegemónicos que aún corresponden a una cultura machista.
Por: Karen Lizeth Sotelo