El feminicidio disfrazado como crimen pasional
¿Qué pasa con los colombianos que no trabajamos por un país libre de violencia de género?
Por: Nicolle Bustacara Pardo

Probablemente muchos de nuestros lectores no sean conocedores de la línea tan delgada que hay entre los dos términos ‘’Crimen pasional’’ y ‘’feminicidio’’. ¿Qué significan cada uno y a qué se hace referencia cuando se dice ‘’linea delgada’’ entre ellos? Pues bien, puedo comenzar definiendo el crimen pasional según la antropóloga Myriam Jimeno, al decir que: ‘’El crimen pasional se entiende como una entidad independiente del pensamiento, con fuerza y voluntad propias, que actúa desprendido de la red de interacciones humanas’’; lo que infiere que la persona al estar corroborada por la rabia y/o el dolor, actúa bajo estos sentimientos provocando la muerte de su pareja sentimental. Con respecto al Feminicidio,, Diana Rusell, una de las pioneras de la segunda ola feminista y gran impulsadora de este concepto, plantea que ‘’el Feminicidio reside en que es un crimen motivado por el odio de un hombre hacia las mujeres’’, es decir, cuando el hombre siente que tiene pertenencia sobre ella, y al estar con ira e intenso dolor hacia su pareja, actúa violentamente, ocasionando la muerte de ella.
Ahora, ¿Por qué es importante saber esto en el contexto Colombiano? El crimen pasional es el único término que es válido entre los tipos de violencia de género, al dictaminar una sentencia de este tipo en un país como Colombia. Al ver casos en donde el crimen pasional no se puede denominar de esta forma (Caso Tatiana Fandiño y Caso Kelly Mendez), es importante que el feminicidio se tipifique cómo un delito en el país, ya que el crimen pasional tiene una levedad en el agravante y es la excusa de que por ira y tristeza, el hombre la mató; pero no se puede evaluar a ciencia cierta si verdaderamente fue por esos sentimientos que ocuparon su ser en el momento, o porque simplemente no soportaba más a la mujer por su condición de género, teniendo en cuenta el pensamiento patriarcal que aún persiste en el país.
Quizás varios de ustedes recuerdan el caso de Tatiana Fandiño, una joven de 22 años, es el ejemplo fehaciente como víctima de Feminicidio, quien vivía con su novio Kevin Jaramillo, y dos de sus amigos que también tenían una relación amorosa, en el barrio Roma ubicado al sur de la ciudad de Bogotá; y el acto atroz que hicieron a Tatiana por tener una posible relación con la novia del amigo de Kevin, es decir con la mujer con la que vivían y su pareja (Eduardo). Éduardo, al tener una idea de lo que pasaba entre ellas, le cuenta lo sucedido a Kevin, teniendo el plan de hacer algo en contra de Tatiana. Eduardo al llegar a la casa junto a Kevin, suben todo el volumen de la radio y el televisor, Eduardo(autor) y Kevin (coautor) amarran con el cable de videojuegos las manos de Tatiana, indicándole a la vez que necesitaba saber algo directamente de ella, la amordaza y la golpea varias veces, la asfixia con un lazo de entrenamiento para perros y envuelve su cabeza con una cobija y la asegura con un neumático de bicicleta. Posteriormente, la ponen en posición fetal, la guardan en una maleta que encontraron en el botadero, ubicado en los alrededores del barrio y la dejan botada en la calle con ropa. Luego, un habitante de calle encuentra la maleta e informa de ello a la policía. Tres días después, medicina legal dictamina como causa de la muerte de Tatiana como hipoxia cerebral, a causa del estrangulamiento al que fue sometida. Todo esto expuesto a la luz de caso directo de la Fiscalía General de la Nación. Caso expedido en la ciudad de Bogotá.
Es por este tipo de casos que la violencia de género es un fenómeno sistemático y perverso que se desarrolla dentro del marco del conflicto armado, como en la cotidianidad social según Emma Wills, politóloga y defensora del empoderamiento de la mujer en Colombia. Y es que aunque el país ha admitido la mayoría de mecanismos que tienen países extranjeros para combatir la violencia de género, a la hora de ver los resultados, es evidente que ésta problemática persiste y además va en aumento, cuando vemos las noticias y presentan mujeres atacadas con ácido, agredidas sexualmente y asesinadas. Las competencias de prevención, atención e intervención de la violencia de género, no dimensionan la responsabilidad que tienen sobre esto, y se queda simplemente en trámites.
