Cuando la mala enunciación del lenguaje representa un acto de violencia
Por: Angie Lizeth Alvarado
“Los medios banalizan la violencia, la trivializan y definitivamente no la explican. En muchos casos la justifican, defienden al victimario y atacan a la víctima”, Jairo Ordoñez, docente y comunicador social.

Tomada por Lizeth Alvarado González. Foto de archivo..
El pasado mes, durante el segundo día de la Semana de la Comunicación “Komunik”, en la Universidad Santo Tomás, tuve la oportunidad de estar en un pequeño seminario sobre el mal uso del lenguaje que ejercen los medios para informar sobre casos de violencia de género. Interesada por el tema, quise entrevistar a los docentes que presentaron esta ponencia. Hablé con Jairo Ordoñez, uno de estos docentes, y que además es profesor de la Facultad de Comunicación Social para la Paz de esta universidad.
Un manual para la inclusión
“Por cuestiones del azar” así narra Ordoñez el inicio del proyecto que ha venido desarrollando junto a dos colegas suyos desde el 2010, y que, según él, busca cambiar las maneras en las que se informa sobre problemáticas asociadas al género en los medios. Para él y sus colegas, los medios de comunicación ejercen un tipo de
violencia simbólica desde el discurso al informar sobre casos de feminicidio y de crímenes contra las mujeres. En esta investigación también se tomaron en cuenta las minoras de género del sector LGBTI.
Con apoyo de la Universidad Santo Tomás, de la Bogotá Humana y de la corporación Red Somos, se inició el observatorio de medios que sería la base de la investigación para la construcción del producto final de esta investigación: un manual para periodistas que pueda ser utilizado como referente en los medios y que contribuya a la generación de contenidos más incluyentes y responsables.
Es así entonces como los docentes a cargo de la investigación: Ordoñez, Álvaro Lizarralde y Constanza Lizcano, desde el observatorio, y con ayuda de algunos de sus estudiantes, comenzaron a analizar cuatro años de contenido periodístico de diferentes medios colombianos para encontrar en qué estaba fallando el ejercicio noticioso a la hora de informar sobre problemáticas que afectan a las mujeres y la población LGBTI.
Jairo Ordoñez es Comunicador Social de la Universidad Central de Bogotá, Doctor en Psicología de la Universidad de Konstanz en Alemania y Postdoctor en Educación de la Universidad Santo Tomás. Sus intereses académicos giran en torno al tema de conflicto y paz, especialmente a la relación entre medios de comunicación, conflictos armados y sociales. Sus investigaciones recientes se centran en el arte callejero, el perdón y los derechos de la comunidad LGBT.
Una de las conclusiones a las que llegaron, luego del proceso de análisis, es que muchas veces los medios bautizan erróneamente casos de feminicidio como “crímenes pasionales”, justificando el
asesinato. Esta afirmación es similar a la expuesta por la Doctora en Antropología de la Fundação Universida de Brasilia, Myriam Jimeno Santoyo, en su libro “Crimen pasional: contribución a una antropología de las emociones”, en el que explica por qué al acudir a la “pasión” para referirse a estos delitos y apelar a la emoción, se justifica un hecho que realmente tiene un trasfondo histórico de opresión y desigualdad de género.
Igualmente, Ordoñez, Lizarralde y Lizcano encontraron que los medios también caían en utilizar estrategias de espectacularización para referirse a los asesinatos. Un ejemplo de esto es la maximización del objeto con que se ejerce la violencia. En palabras de Ordoñez: “si el objeto es muy grande o muy contundente, entonces eso sí es noticia. Si un hombre le pega a una mujer, pues no pasa nada, pero si le pega con una cadena, entonces sí es noticioso. La gravedad del hecho recae en el objeto”. De igual forma, se encontró que los medios privilegian casos y noticias en los que se pueden dar detalles de los actos de violencia, “Los medios prefieren hablar cuando hay sangre, cuando hay golpes, cuando hay algo muy evidente”, recalca Ordoñez. El ejemplo más cercano de esto es el caso de Tatiana Fandiño, que fue asesinada por su compañero sentimental el año pasado. Una de las constantes que se evidenciaban en los titulares de las noticas sobre este hecho, eran las descripciones detalladas de los actos de violencia de los que fue víctima esta mujer.
Según el expediente del caso de Medicina Legal, Tatiana fue golpeada en repetidas ocasiones, blanco de otro tipo de actos de tortura y dejada en un botaderodentro de una maleta. Y era justamente todo esto, lo que llegaba a los titulares.
Otra de las categorías encontradas en este estudio, que me pareció muy interesante, es la de la culpabilización de la víctima. Aquí, los medios implícitamente responsabilizan a las mujeres de ser violentadas, al informar, por ejemplo, sobre la ropa que tenían puesta, la relación que tenían con el victimario, el tiempo que la mujer llevaba de conocer al hombre. Un ejemplo puntual de esto es el caso de Rosa Elvira Cely, la mujer que fue abusada sexualmente en el Parque Nacional en al año 2012. Quizá uno de los más recordados debido, entre muchas cosas, a la crueldad del crimen. Cuando ocurrió el hecho y fue capturado el victimario, muchos medios informaron dentro de sus
noticias que Rosa conocía al victimario, que había salido a tomar unos tragos con él esa noche y que además ella lo había seguido voluntariamente. De manera implícita se está responsabilizando a la mujer de haber sido víctima. “Los medios informan que la mujer estaba tomando, y eso, primero, no es ningún pecado, y segundo, no tiene lugar ahí. Aparte de que la víctima sufre la violencia, le echan la culpa de ser violentada”, afirma Ordoñez.
”Aparte de que la víctima sufre la violencia, le echan la culpa de ser violentada”
Como los anteriores, se pueden encontrar más categorías que, en palabras de Ordoñez “dejan muy mal parados a los medios”, algunas de ellas son la exaltación del componente moral, patologización del victimario y de los hechos violentos, folklorización de la información, melodramatización de la violencia, entre otras. El manual, desde la perspectiva de estos docentes y a partir de lo encontrado en la investigación, se hace muy necesario.
Por otra parte, el docente Álvaro Lizarralde propone en el manual que los medios deben empezar a ejercer un periodismo público, más comprometido, más profundo y que convoque a toda la ciudadanía. “No basta la labor informativa. Se necesita que de alguna forma los medios de comunicación en llave con las ONGs, las organizaciones defensoras de la mujer, con los líderes y las lideresas, con las instituciones que realizan investigación, con expertos en el tema y demás, se sienten a debatir, a abrir espacios para que se presenten todas esas visiones y esos aspectos que están ligados a la problemática, pero que todavía no se han evidenciado”. Para Lizarralde, el tratamiento de estas problemáticas requiere de acción deliberante, más profundización, continuidad, y que no solo salgan notas e informaciones aisladas sobre el tema. Es necesario también, que los medios emprendan una campaña de visibilización de estás problemáticas, informando frecuentemente sobre la realidad de la situación de la mujer en Colombia, para que así troque todos los sectores del país. “Es importante empapar de este tema a toda la sociedad, y lograr que esto no solo le importe a las mujeres y a las afectadas, sino que le importe también al camionero, al vendedor de dulces, a la vendedora de flores, porque somos todos los que estamos obligados a hacer que con nuestra actitud y nuestro actuar esto definitivamente comience a ceder y a minimizarse”, afirma Lizarralde.
El manual, desde la perspectiva de estos docentes y a partir de lo encontrado en la investigación, se hace muy necesario.
El caso de Kelly
Kelly Méndez es una joven de 26 años que el año pasado fue víctima de un intento de feminidicio. Su ex novio, incapaz de aceptar el final de la relación, la apuñaló dos veces en el pecho mientras decía “si no eres mía, no serás de nadie”.
Cuando la entrevisté, me contó el drama que ha tenido que vivir desde que inició el proceso legal contra su victimario, quien hasta el día de hoy está bajo una “condena” de casa por cárcel, debido a que una fiscal le quitó el agravante de intento de homicidio agravado, a pesar de que él hubiera aceptado los cargos.
Además de tener que llevar a cuestas el proceso legal gracias a lo poco que el Estado colombiano ha hecho por ella como víctima, también se vio en la obligación de comunicarse directamente con el periódico El Tiempo para que publicaran su caso, y así llevarlo a la opinión pública con la esperanza de que no quede en la impunidad. Aun así es el único medio que ha reportado el hecho.
La historia de Kelly representa otro de los dramas por los que pasan las víctimas de violencia, no solo desde lo penal, sino desde los medios. “Yo tuve el valor de denunciar públicamente y no quedarme callada, pero hay muchas mujeres que no lo hacen. Deberían”, afirma.
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Los medios de comunicación juegan un papel importante en la construcción de representaciones sociales, y por lo tanto, están en la obligación de informar de manera neutral, con veracidad, con responsabilidad y siempre respetando la integridad de las personas. Iniciativas como las de Ordoñez y su equipo de investigación, y testimonios como el de Kelly, demuestran que el periodismo colombiano aún carece de algunas de estas características, al menos a la hora de informar sobre feminicidio y violencia de género.
Álvaro Lizarralde es Comunicador Social-Periodista de Universidad de La Sabana de Bogotá; magíster en Literatura Hispanoamericana del Instituto Caro y Cuervo de Bogotá; especialista en Lengua y Literatura Española, del Instituto de Cooperación Iberoamericana de Madrid, (España); y magíster en Ciencias Sociales del Instituto de Doctrina y Estudios Sociales de Santiago de Chile.
Se espera que el manual para el cubrimiento de violencia contra la mujer y de temas LGBTI salga en agosto de este año. El lanzamiento está a cargo de la Dirección de Diversidad Sexual de la Secretaría Distrital de Planeación, y su distribución será completamente gratuita.